Bolivia: Una caja de pandora, mística y colonial:
Por: Aide Soto
La aventura inició en Santa Cruz de la Sierra. Durante la visita a esta hermosa ciudad exploramos su centro y, de sus lugares de interés recorrimos la Basílica menor, dedicada a San Lorenzo. Es una estructura fabricada en ladrillo y cal, ubicada frente a la Plaza 24 de septiembre. Posteriormente, tomamos carretera e hicimos un recorrido por las llanuras del Este de la Cordillera de los Andes para llegar al imponente Fuerte de Samaipata, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
Fuimos a conocer Sucre, la capital Constitucional de Bolivia donde se encuentra el poder judicial. Durante la visita fuimos al Convento Colonial de la Recoleta; a la Iglesia San Francisco de Asís y a su museo. La visita al Castillo de la Glorieta fue impresionante y sorprende al visitante porque su construcción cuenta con varios estilos arquitectónicos. De allí, pasamos al pueblo colonial de Yotala, poblado por quechuas. Las casas muestran sus viejos tejados. Posteriormente, visitamos la comunidad de Jatun Yampara – una de las etnias más antiguas del país- y el cementerio, una obra arquitectónica importante donde descansan personas relevantes de Bolivia.
Este espectacular viaje, también, nos llevó a conocer Potosí. Para llegar a esta legendaria ciudad hicimos una travesía entre montañas, una cada una más alta que la otra. Tanto así que la altura afectaba nuestra respiración. En Potosí, visitamos su hermosa Catedral de San Luis Potosí; la Iglesia San Lorenzo; la Plaza 10 de noviembre; La Torre de la Compañía; el Arco de Cobija; La Casa de la Moneda y el Mercado artesanal, ubicado en el barrio colonial de la ciudad, entre otros lugares de interés.
Desde Potosí y durante 3 horas viajamos en un vehículo 4 x 4 recorriendo montañas y valles hasta llegar al hermoso pueblo de Uyuni. Allí visitamos el Cementerio de los Trenes, un lugar increíble donde el tiempo es testigo del abandono y de la historia de una Bolivia olvidada. Atravesamos el Salar de Uyuni: el mayor desierto de sal y el más alto del mundo con su hermoso paisaje blanco y su cielo azul. Nos alojamos en el Hotel Palacio de Sal, cada cuarto con una bóveda en el techo de bloques de sal.
Después de vivir esa única experiencia que es atravesar el Salar salimos hacia un pueblo pequeño de Uyuni, con sus calles sin asfaltar y donde encontramos maravillas de la naturaleza. Observamos el proceso de la extracción de sal; pudimos ver artesanías locales hechas de sal; visitamos la Playa Blanca y vimos varios ‘ojos de sal’ o puntos de salida del agua subterránea del salar. Desde allí, continuamos hacia las Momias de Coquesa; el Volcán Tunupa; la Gruta de las Galaxias y luego la Isla Incautase, una isla poblada de cactus que pueden medir hasta 12 metros de altura. Por último, observamos el más hermoso espectáculo de la naturaleza en esta zona, el ocaso del Sol. El frío no nos impidió esperar y disfrutar de esa maravilla de atardecer.
Posteriormente, llegamos a La Paz, la primera ciudad de Bolivia con tres poderes: el ejecutivo, electoral y legislativo. Visitamos las Ruinas de Tiwanaku; el Valle de la Luna; visitamos la ciudad e hicimos el más emocionante paseo por el Teleférico de La Paz y El Alto, registrado en el libro Guinness como el más largo del mundo. Además, fuimos al Mercado de las Brujas, un lugar donde muchos de los viajeros de Travel Gallery adquirimos regalos y objetos de plata.
Desde La Paz salimos entusiasmados hacia el lago Titicaca, donde visitamos varias islas: Pariti, Copacabana, Pata Patani, Kalauta e Isla del Sol. Aquí pernoctamos en un catamarán y disfrutamos de música y bailes autóctonos indígenas. Observamos los cultivos, sus viviendas, museos, también la construcción de balsas de totora- la paja con la que los indígenas construyen sus embarcaciones típicas de este lago- y dimos un paseo en ellas. Compartimos con familias indígenas, quienes nos ofrecieron manjares y hospitalidad. En la Isla del Sol, el 21 de junio a las 6:00 a.m. celebramos el Año Nuevo Aymara, que coincide con el Solsticio de Invierno. Participamos de la ceremonia; de los ritos aymara y bebimos y compartimos con ellos hasta la salida del Sol.